EL LEGADO

Era la madrugada de un sábado de mayo, aquellos dos hombres hablando a la tenue luz de la farola despertaron mi curiosidad a medianoche.

- ¡Ricardo amigo, aquello no puede repertirse de nuevo! ¡Tenemos que devolverles la ilusión ésta feria de mayo, miles de farolillos y flores en los jardines, en tu vistosa plaza Vía Crucis y en todas las demás de Puertollano!

-¡Llenaremos las calles de alegría! Fulgencio, no lo dudes, ¡volverán la esperanza e ilusión a nuestro querido Puertollano!

Continuaron hablando a la luz de la farola, en la oscuridad de la madrugada y el silencio que desde hace un año se impuso en nuestras calles. El sueño me vencía y volví a enredarme en el calor de mis sábanas.

Amaneció una bonita mañana, melodioso el trinar de los pájaros se colaba por mi ventana y la luz de primera hora del día se filtraba entre las verdes ramas de los árboles. Las flores del Paseo de San Gregorio centelleaban rebosando color y vida. Recordé vagamente aquella conversación en la madrugada, aquellos hombres, aquellos nombres….….y comprendí que había amanecido el sueño hecho realidad. Los balcones llenos de flores, las calles engalanadas. Fue así como nuestra ciudad llena de luz y color despertó con los sentimientos de alegría y esperanza que nunca debimos perder.

Entre una especie de niebla que apenas duró unos minutos me pareció ver a lo lejos tres siluetas ¿acaso en aquel extraño sueño había tres hombres y no solo dos como yo recordé al despertar?. Me costaba seguir su conversación sin embargo pude escuchar sus nombres, Fulgencio, Ricardo y Pedro. Las tres figuras se fueron haciendo cada vez más pequeñas hasta desaparecer en el horizonte. Se alejaron caminando con el porte y la grandeza de quien sabe que deja un legado de trabajo bien hecho.